martes, 13 de enero de 2009

¿Existen los finales felices?


Y vivieron felices para siempre...

Es la típica frase con la que cierra un cuento o quizás, una película romántica. La trama es simple: el o la personaje principal durante todo el desarrollo de la trama pasará por mil y un percances para conseguir su objetivo final, que es ser felíz. Por lo general, esta solución se presenta en la persona de un príncipe enamorado o un salvador que conoció a la personaje principal en una circunstancia extraña [donde ambos desconocían quién era el uno del otro] y en el caso de que dicho personaje sea masculino, pues es lo mismo sólo que distinto.

Pero, eso mis queridos lectores, es ficción. Los finales felices, ¿existirán realmente en la vida real? ¿Hay casos comprobados de personas que han logrado ser completa y plenamente felices en su vida debido a que conocieron a una persona en un momento triste de sus vidas? Como por ejemplo, hablemos de un o una Cenicienta en el mundo real: una practicante poco agraciada debido a "x" factores que flechara al ejecutivo de más rango en una empresa luego de tropezarse con ella en un pasillo o un estudiante promedio de un instituto "y" que logra cautivar a la chica más popular de la clase luego de que esta haya peleado con su pareja.

Si la ficción nos sirve de referencia, podemos asegurar que cualquiera de estos dos probables escenarios pueden terminar de una manera felíz y romántica. Pero como en la vida real, ficción no es lo mismo que acción, las probabilidades son muchas e inusuales. Las más comunes para ambos casos serían: en el de la practicante, luego de tener algunos encuentros en diversas áreas de la oficina, comenzarán un idilio y al final, él o ella decide terminar luego de obtener lo que querían [un ascenso y/o aumento o simplemente sexo]; mientras que en el del estudiante, luego de ayudarla a la chica popular a sobreponerse, ella lo verá como un amigo y al minuto que el hasta entonces ex enamorado le diga "te extrañé", ella correrá a sus brazos sin mirar atrás, siendo él testigo único de sus lamentos [de hecho, hay una película de adolescentes que retrata muy bien este caso, llamada "The Last American Virgin", una muy buena película].

La vida no nos prepara para los happy endings. Muchas veces, empezamos nuevos capítulos en el libro de nuestra vida que de una manera u otra, terminan bien o mal. La mayoría de veces mal, en mi caso. Pero es cuestión de perspectivas, según me parece. Uno puede encontrar un final felíz donde menos espera o lo encuentra cuando menos lo piensa. Pienso yo que si aplicasemos la frase "final felíz" a nuestros eventos cotidianos, creo que sería mejor llamarlo "final OK" o "final decente". Lo de felíz me parece demasiado sobreestimado, de veras.

En todo caso, si hablásemos de un final felíz no se me ocurre un mejor ejemplo que los cortos del afamado vagabundo Charlot y del tremendo actor que lo interpretaba, Charles Chaplin. Siempre metiéndose en problemas pero siempre saliendo airoso de ellos y en algunas ocasiones, de la mano con la dama. Pero en la vida real, al igual que el personaje que retrató, Chaplin sufrió durante mucho tiempo para alcanzar la felicidad en sus últimos años de vida. Trabajó muy duro y poco a poco se abrió paso en el mundo del cine, pero por sus tendencias políticas fue tildado de comunista en una época donde los Estados Unidos se encontraba en plena II Guerra Mundial. Exiliado en Europa, Chaplin continuó haciendo cine y se estableció en Suecia, regresando en 1972 junto a su esposa para recibir un Oscar honorífico por su talentosa carrera artística. Charlot,tras una larga batalla por preservar su salud, finalmente murió mientras dormía una noche de Navidad de 1977.

Chaplin, mi héroe

No soy muy fanático de los finales ni las despedidas. En una ocasión, me despedí dos veces por última vez (es totalmente cierto y las dos veces fueron muy dolorosas) y es algo que sinceramente, no se lo deseo a nadie. Ambas fueron momentos tipo Hollywood: en la primera, estaba en un bus llorando, mirando a la mujer más hermosa del mundo parada en una estación de buses, viéndome partir mientrasel bus avanzaba lentamente. Ella corrió detrás de el intentando alcanzarlo, pero su silueta se comenzó a perder a medida que me alejaba cada vez más de ella. La segunda ocasión, con la misma persona, ocurrió en medio de un aeropuerto, minutos previos a mi abordaje, donde nos fundimos en un abrazo interminable y la promesa de volvernos a ver, sellándola con un beso que a decir verdad no me gustaría que fuera el último. En ninguno de los eventos, no hubo un final felíz sino todo lo contrario, muchas lágrimas y dolor.

Espero encontrarme con uno en algún punto de mi vida (o mejor dicho al final, mismo Chaplin). Mientras tanto, dejaré que la ficción haga lo suyo y me siga dando ideas de lo felices que pueden llegar a ser aquellos quienes creen que el amor es y siempre será como en las comedias románticas: una trama enredada con un final que cumple con las expectativas de los personajes.

Si Hollywood no se equivoca, creo que éste es
el único final felíz o happy ending que existe...

¡Aleluya!

2 tienen algo que decir:

Anónimo dijo...

A veces me pregunto, al igual que tú, si la vida al fin de cuentas no será, algunos pequeños momentos felices, como islas, perdidos en océanos de lágrimas...

Anónimo dijo...

Pues para mi exsisten y no es por experencia propia por una amiga:
A ella le gustava un chico y hace 5 años que esta asi y 2 amigas le dijieron al chico que habia una chica que le queria y no se como pero ya sabia quien era y resulto que los pesados de sus amigos resultan ser buenas personas y nos dijieron a las chicas que a el tambien le gustava eso paso hoy mismo ya vere si acaban juntos supongo que si

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