miércoles, 30 de julio de 2008

Annie - Inocencia en picada


Las luces de la ciudad te rodean mientras caminas por las húmedas veredas del centro, con esos tacones altos que compraste en oferta y esa minifalda que no deja nada a la imaginación. En medio del imperante frío invernal de la capital, te encuentras parada en aquella esquina esperando a que alguien se te acerque y pregunte por tus servicios.

Mientras buscas en tu cartera tus cigarrillos mentolados, encuentras en vez un par de preservativos; indispensables en tu oficio desde hace un año atrás. Cumpliste 18 la semana pasada y lo pasaste en un sucio cuarto de un hostal de quinta, complaciendo a un parroquiano cuya esposa no le daba lo que tú por aquellos míseros 20 soles, fuiste capaz de ofrecerle y dos veces todavía.

La calle comenzó a ser invadida por mujeres de todos los tamaños y edades, vestidas de una forma similar a la tuya pero igual de provocativas, unas mejor que otras evidentemente. Cada una sabe cuál es su área y debe estar dispuesta a pagar el precio. Las mamis hacen su aparición y saludan a las veteranas, dando por iniciado el ritual de iniciación a las recien llegadas, muchachas y mujeres noveles en el oficio más antiguo del mundo.

Las mamis son las que dirigen aquella cuadra de placer prohibido, un par de señoras subidas de peso y edad, pero con caras de pocas amigas. El olor a nicotina y perfume barato es una constante en ambas, pero la que destaca del par es Ramona, una pucallpina de unos 45 años con un tajo en la mejilla izquierda producto de un trabajo con un avesado delincuente, que luego de unas horas de placer, quizo subirse sin pagar. Ramona no lo permitió pero nada pudo hacer, el tipo la golpeó hasta el hartazgo y la violó, cortándole la mejilla al final para que nunca se olvidara de su encuentro con él.

Hay un rumor que corre entre las chicas que Ramona, desfigurada pero llena de odio hacia el maldito que le hizo eso, cobró venganza después del incidente. Dicen que lo delató con la policía y logró que lo cosieran en la prisión. Cuentan por ahí que Ramona, antes de que la marcaran, solía ser una mujer extramadamente coqueta y super complaciente, inclusive se dice que tal era su fama, que llegó a prestarle sus servicios a un conocido personaje político, pero sólo son rumores. Lo que sí es hasta hoy muy comentado, son los contactos que posee y es capaz de conseguir siempre lo que quiere, ya sea directa o indirectamente.

Ramona y su compañera recorren ambos extremos de la calle, recolectando su parte de las ganancias que obtengan por cualquier trabajo que consigan durante la noche entre las chicas del lugar. También se encarga de darle la bienvenida a las nuevas, siempre dejando bien claro que si aceptaban trabajar aquí sería única y exclusivamente para ella, y que cualquier intento de engañarla sería fatal. Sólo le bastaba mostrar su enorme figura y la cicatríz en su rostro para intimidar a cualquiera.

Dando una última pitada al cigarrillo, miras a tu alrededor para ver cómo está la plaza. Poco movimiento, los fines de semana y feriados largos es donde se gana más, 'pero qué más da' exclamas para ti misma. Pero algo llama tu atención, era una de las nueva. Una muchacha de unos 15 años aproximadamente, de estatura mediana, simpática pero muy nerviosa. Se encontraba temblando, pero no de frío exactamente y su rostro mostraba cierto miedo que sólo tú fuiste capaz de reconocer.

Aquella escena te hizo regresar al pasado, a cómo era tu vida antes de tu primer día en este infierno. Solías vender caramelos junto a tu madre en el cruce de una concurrida avenida cuando apenas habías aprendido a hablar, vendiste galletas en los buses saliendo de la escuela cuando aprendías a leer y a escribir y pedías monedas vestida de payasita en las plazas cuando aprendiste a usar tu primera toalla higiénica.

Desde pequeña supiste lo que era el trabajo y nunca huíste de él, trabajabas duro por ayudar a tu madre y ella siempre lo supo. Inclusive, hasta el día en que falleció postrada en una cama de un hospital, producto de una neumonía que no pudo ser tratada a tiempo debido a la falta de dinero para comprar los medicamentos. En su lecho de muerte, te encargó a tus dos hermanos menores y que los cuidaras como si fueran tus propios hijos.

Cuando tu madre partió, sentiste que tu mundo se derrumbaba. Ella era el único apoyo que tenías, ya que tu padre las abandonó cuando nació el último de tus hermanos. Era un hombre bueno, pero la presión de no conseguir empleo y su reciente adicción al alcohol, lo volvió una persona muy inestable. Se convirtió en una persona violenta, amargada y una noche, luego de una enorme discusión con tu madre, no lo volviste a ver nunca más.

Lo único que sabías de él era que ya tenía otra familia en algún lugar de esta gran ciudad, que había vuelto a empezar. Sentiste que por su culpa tu madre ya no estaba aquí; que quizás se pudo salvar de esa enfermedad si él la hubiera apoyado, pero siendo una madre soltera con tres bocas que mantener, aquello era imposible. Aprendiste a valerte por ti misma y sabías que no podías contar con su ayuda para nada.

Trabajaste duro y parejo en todo empleo que encontraste: fregando pisos, cocinando, limpiando casas, sirviendo mesas y un largo etcétera. Eso sí, nunca permitiste que tus hermanos se dedicaran a trabajar como tú lo hiciste a su edad. Te levantabas muy temprano y les preparabas el desayuno, los llevabas a la escuela y luego los dejabas donde una tía solterona que te ayudaba a cuidarlos mientras te ganabas el pan honestamente.

Pero a medida que fuiste creciendo, te diste cuenta de tus limitaciones. Los empleos a los que podías aplicar con tu casi nula experiencia académica eran pocos y de escasa paga. Pasaste tu cumpleaños número 16 vendiendo caramelos otra vez, tratando de ganar algo de dinero para alimentar a tus hermanos.

Tu espíritu fuerte comenzaba a resquebrajarse, mientras se te cruzaba por la cabeza la idea de tirar la toalla y mandar todo al diablo. ¿Si tu padre lo hizo, por qué tú no podrías? quizás haya sido lo que te preguntaras en ese instante. Pero la imagen de tus hermanos fue lo que te devolvió a tu realidad y te hizo deshechar aquel acto cobarde. 'No soy como él' fue lo que te dijiste mientras secabas tus lágrimas y continuaste vendiendo tus golosinas hasta bien entrada la noche.

Un día, te encontraste con una ex compañera de trabajo en el bus camino a casa. La encontraste muy cambiada, usaba ahora maquillaje y ropa provocativa, dejando los pantalones anchos por los entallados y las zapatillas por los tacones altos. Ella sabía cual era la situación por la que pasabas y te comentó sobre un lugar donde podías ganar algo de dinero por pocas horas de trabajo. Dedujiste en aquel instante a qué tipo de trabajo se refería, pero la idea no te parecía muy mala en aquel momento. Te dio su número y se despidieron, con la promesa de verse nuevamente.

Continuará...

Dime más...

viernes, 25 de julio de 2008

Caminata de medianoche

La noche estaba tranquila, muy callada para mi gusto
cuando salimos de aquel oscuro y caliente ambiente,
tomando el camino a casa luego de una velada agradable
satisfechos por el tiempo que compartimos después de muchas lunas.

Caminar contigo es algo que en verdad disfruto,
tanto que los kilómetros que recorrimos a pie
fueron centímetros entre broma y broma que gastamos
hablando de cosas que tan sólo tu y yo entendemos.

Cruzando aquella avenida y tomando el atajo más largo a casa,
tu aroma se impregnaba con el oxígeno que respiraba,
recordándome pasajes de una historia que nunca leí
y estrofas de una canción que jamás he oído.

Siempre hay algo que contar cuando caminamos juntos,
hablando de todo o a la vez de nada, podemos pasar horas
conversando y riendo como si nos conocieramos de toda la vida
aunque hayan pasado lunas desde la penúltima vez que nos vimos.

Te confieso que en realidad, no hubiera querido
que nuestro encuentro terminara en dicho instante,
congelar el tiempo en aquel momento donde una sonrisa
fue lo único que esperaba de ti y lo conseguí.

Me despedí de ti con la promesa de volver
esperando que no sea mucho tiempo que pase
para verte otra vez, para compartir a tu lado
lo mejor de mí para ti.

Dime más...

domingo, 20 de julio de 2008

No es más que un hasta luego, esperamos...

Este 26 de julio es la última oportunidad de los peruanos de ver a François Vallaeys, el narrador de cuentos francés que desde hace 18 años deslumbrando a multitudes con sus narraciones llenas de fantasía y magia, en su última presentación llamada "Había una última vez...".

La reunión será en el Teatro Municipal del Callao y las entradas costarán entre 5 y 10 soles (platea y mezzanine) en una velada donde sus mejores historias serán los anfitriones de tan magno evento.

Ya lo saben, corran la voz...

Dime más...

sábado, 19 de julio de 2008

Tina Charles - I Love To Love (But My Baby Loves To Dance)



Una canción con harto love... ¿Qué? ¿Acaso no puedo tener mi lado disco? Era un buen estilo (musicalmente hablando, no mucho, pero habían buenos intérpretes y temas), en fin, no hay mejor ritmo para comenzar a sacarle brillo a la pista de baile.

Seguimos con el fin de semana juerguero... y es que no hay nada mejor que un soltero solitario pueda hacer.

¡Qué siga la pachanga!

Dime más...

viernes, 18 de julio de 2008

Plan para este fin de semana...

Embriagarme hasta olvidar cómo me llamo, dónde vivo y qué quiero hacer con mi vida...

Dime más...

lunes, 14 de julio de 2008

Lluvia de Invierno

Bajo una improvista llovizna y en aquella banca donde te besé por primera vez, espero pacientemente tu llegada. Enciendo un cigarrillo y contemplo las hojas secas caer al unísono alrededor mío. Miro mi reloj y veo que nuevamente llegarás con uno de tus elegantes retrasos, pero no importa, eso es una de las tantas cosas que amo de ti.

Mientras permanezco sentado allí; veo a varias parejas pasar tomadas de la mano, unas corriendo de la lluvia y otras dejándose abrazar por ella, mientras que otros solitarios simplemente ajustan sus abrigos y prosiguen con su camino, con sus cabezas gachas y miradas perdidas.

Yo, por el contrario, estoy aquí sentado bajo esta refrescante lluvia, característica de los grises inviernos aquí en la capital a la espera de mi amada. Puedo imaginarte lidiando con esta pequeña precipitación, sé que te disgusta mucho el mojarte así que supongo que habrás salido preparada de tu casa, siempre chequeando el reporte del tiempo, mujer precavida vale por dos dicen.

Enciendo un cigarrillo mientras observo mi reloj, si no te conociera tan bien diría que estás retrasada; pero sé que llegarás en cualquier minuto. Adoro el invierno, es mi estación favorita, puesto que durante estas épocas no hay mejor excusa para abrazarte que el frío, no hay mejor manera de pasar esta temporada bien pegado a ti.

Levanto un poco mi mirada y veo cómo las gotas empiezan a caer sobre el pavimento de esta ciudad llena de concreto y hormigón, el famoso hielo negro se hace presente bajo los neumáticos de los autos que circulan por la avenida y los vendedores de café hacen su agosto ofreciendo a los friolentos clientes un refresco caliente al paso.

Una última pitada al cigarrillo y a la basura; sé que no te gusta que fume pero es un hábito que estoy aprendiendo a dejar por ti, me descubrirás mi pecadillo luego por el aliento pero sé que me perdonarás. De pronto las gotas ya no caían más frente a mi, sino que me comenzaron a rodear mientras se colocaba algo sobre mí que me cubría de esta improvisada llovizna.

Al levantar mi mirada, me topé con una silueta que me observaba fijamente y que comenzaba a recorrer con su mano mi cabellera mojada, no tuve mejor reacción que tirar mi cabeza para atrás y ver como aquella figura se inclinaba y nos besamos. Habías llegado finalmente con un enorme paraguas, siempre tan precavida y atenta a cualquier imprevisto.

Sentados bajo el enorme paraguas, permanecimos juntos en un beso interminable, mientras todos caminaban a paso raudo intentando escapar de la lluvia, en medio de un baile arrítmico y muy mojado. En aquel instante simplemente eramos la lluvia, tú y yo; deteniendo aquel instante en el tiempo.

Dime más...

viernes, 11 de julio de 2008

Una universidad para toda la vida


Haciendo autostop en la autopista de la información, me topé con este video que a mi parecer, merece ser destacado. Soy alumno de esta casa de estudios y como buen amante de la sátira, no puedo rasgarme las vestiduras por la existencia de este clip. Admito que esta universidad, a pesar de contar con una excelente infraestructura, aún carece de ciertos lineamientos pedagógicos dentro de su currícula, que pese a renovarse periódicamente, descuida aspectos en la formación de un criterio y la capacidad de análisis en sus estudiantes.

Pero por otro lado, el hecho de haber estudiado en una universidad con historia no asegura la calidad del egresado. La meta común es devolverle el prestigio a esta profesión que ha sido mansillada por malos elementos, recuperar su prestigio y quizás en un futuro no muy lejano, volver a decir que en el periodismo hay que ser objetivos (sí, claro, vale la pena soñar, ¿no?)

Dime más...

Sobre escribir y no morir en el intento

Después de muchas lunas, he vuelto a aterrizar a este oscuro rincón. Han sido casi dos semanas que he estado desaparecido (lo que para mí es mucho) pero he vuelto con una pregunta que ha estado rondando en mi cabeza desde hace días: ¿Por qué escribo?


Muchos saben y lo he expresado abiertamente, que deseo hacer del escribir un modo de vida. Quiero vivir de la escritura, forjarme un futuro con mi pluma, plasmar mi destino en las páginas del libro de la vida (y sí, tiendo a divagar, pero omitamos aquello); todo eso lo tengo muy claro pero la gran interrogante en este dilema es el eterno por qué.

Solía escribir antes innumerables poemas y composiciones románticas cuando estaba enamorado, fue una buena época creativamente hablando; encontraba el punto de vista literario en todo lo que me rodeaba y era un buen estímulo para mi sed escritora. Luego caí en la decepción, lo que me puso en un estado digamos pesimista donde Badulaire fue mi principal guía.

Pero analizando un poco el párrafo anterior, puedo llegar a la conclusión de que mi flujo creativo es proporcional a mi estado de ánimo, indicando que por más bien que me sienta, mis ganas por escribir serán acordes a ello. Por otro lado, cuando peor me siento, es donde menos ganas tengo (de escribir, por si acaso).

Sin embargo, eso responde al por qué comienzo a escribir mas no al por qué escribo. Sí, amable lector o lectora que estás en proceso de leer estas líneas; a estas alturas ya debes haberte dado cuenta lo errático que puedo llegar a ser, contradiciéndome y llenándome de preguntas ocasionales. Pero es parte de mi personalidad, suelo ser más divertido una vez que me llegan a conocer (hay varias personas que pueden llegar a corrobar este punto), pero debo dejar de desviarme del tema y encontrar la respuesta a mi interrogante.

Solía escribirle al amor, quizás en un intento por acercarlo a mí. No funcionó. Luego, comencé a escribirle a alguien en particular, y digamos que desde entonces, mi vena creativa ha incrementado el flujo literario en mi ser. Puedo escribir sobre todo pero a la vez, también de nada; esta frase me gusta usarla mucho y siempre se la digo cuando conversamos.

Escribo para hacerles saber a los que quiero lo que quiero, lo que siento, lo que sufro, etc. Escribo tanto para ellos como para mí, son el principal combustible en el motor de mi vida, los que me permiten andar sin problemas en la autopista del destino (maldita sea, figuras literarias). Escribo simplemente, porque no encuentro un mejor modo de expresarme que a través de letras y oraciones.

¿Por qué escribo? porque no se hacer otra cosa mejor que esto; porque a través de la escritura, he conocido a muchas personas y he tenido muchas experiencias, porque he robado tanto sonrisas como lágrimas y porque no conozco una mejor manera de hacerlo.

Vaya, finalmente pude responderme esa pregunta. Creo que voy por buen sendero y he dejado de lado, el divagar entre líneas y perderme entre selvas de párrafos y... demonios, lo hice de nuevo. Creo que no tengo remedio, pero no se diga más, a partir de la próxima semana el blog vuelve a tener su misma línea irrevente, cursi, melómana y melodramática que de costumbre.

Nos vemos!

¡Lo sabía...!
Mirando el lado Coca-Cola de la vida xD

Dime más...

miércoles, 9 de julio de 2008

Interpol - The Heinrich Maneuver

How are things on the west coast?
I hear you're moving real fine
You wear those shoes like a dove
Now strut those shoes we go roaming in the night
Well how are things on the west coast?
You keep it moving to your soul's delight
Now I've tried the brakes
I tried but you know it's a lonely ride
How are things the west coast?
Oh I'd move heaven behind those eyes

Today my heart swings
Yeah today my heart swings
But I don't want to take your heart
And I don't want a piece of history
No, I don't want to read your thoughts anymore
My god
'Cause today my heart swings
Yeah today my heart swings

How are things on the west coast?
Hear you're moving real fine tonight
You wear those shoes side to side
Ah, strut those shoes
We'll go roaming in the night
Well how are things on the west coast?
Yeah but you're an actress
I don't identify

Today my heart swings
Yeah today my heart swings
Say it
But I don't want to play the part
And I don't want a taste of victory
No, I don't want to read your thoughts anymore,
My God
'Cause today my heart swings
Yeah today my heart swings

Say it
'Cause today my heart swings
Yeah today my heart swings

Let it come
'Cause I've got a chance for a sweet sane life
I said I've got a dance and you'll do just fine
Well I've got a plan with forward in my eyes
Let it come.
Well I've got a chance for a sweet sane life
said I've got a dance
it moves into the night
Well I've got a plan with forward in my eyes

But today my heart swings


Hello, there...

Dime más...

Dulce espera

Eran las tres de la mañana, no se escuchaba ni un sólo ruido en la calle a excepción de un estruendoso pero rítmico ronquido. Siguiendo aquellas sonoras pistas, llegamos a la alcoba de una joven pareja, que habían contraído nupcias hace un año y salieron embarazados hace casi nueve meses. Ambos se encontraban durmiendo apaciblemente cuando de pronto...

- Gordo…
- (Roncando)

- Gordoooo…

- ¿Qué, qué pasa?

- Gordo, tengo hambre.
- Uhm… (mirando su reloj) pero son las 3 de la mañana…

- Tengo antojos de comerme un triple de jamón y queso, gordo.

- ¿Pero de dónde voy a sacar uno a esta hora?

- Ya pues, gordo, no seas malito…

- Está bien.

Medio dormido aún, el marido se pone sus pantuflas al revés y camina como un zombie a través del pasillo, en dirección a la cocina. Se acerca al refrigerador y lo abre, encontrándolo vacío a excepción de un tapper con restos del calentado de ayer. Rascándose la cabeza en medio de un bostezo, comienza a buscar la guía telefónica buscando una solución ante este tan improvisado antojo.

Moviendo página tras página y descartando distintos locales que no atendían estos imprevistos nocturnos, se topó con uno que llamó su atención y que graciosamente, parecía el indicado por el nombre. Tomó el teléfono y comenzó a marcar los dígitos...

- Antojos de Medianoche Delivery, ¿cuál es su pedido?
- Sí, hola… Sé que sonará raro pero, ¿podrían enviarme por favor un triple de jamón y queso?
- A la orden señor. No hay problema. ¡Trabaja un antojo despierta marido!

- Se ve que están acostumbrados a recibir llamadas de este tipo.

- Uff ni se imagina, señor. Muchos negocios prosperan por temporadas, pero nosotros siempre tenemos trabajo durante todo el año y por sobretodo, en este horario. ¿Desea ordenar algo más?
- No, por el momento no pero a la próxima los llamaré.

- Muchas gracias por su preferencia, su pedido ya está en camino.

Ni bien terminó de hablar con el empleado, se escuchó un sonido de motocicleta que aceleraba a gran velocidad y un frenazo enfrente de la fachada. Un joven con un casco de motociclista se baja de la moto y con un paquete en mano, se dirige a la puerta del domicilio y toca el timbre.

El marido, consternado por saber quién tocaba su puerta a esta hora, mira por la ventana y casi se cae de espaldas al ver el uniforme del repartidor. Anodadado, abrió la puerta y recibió su pedido.

- Son 10.99, señor.
- Vaya, a eso llamo un buen servicio. Toma y quédate con el cambio.
- Gracias, señor. Que tenga buen día.

El joven se sube a la moto y parte como un rayo. El esposo, aún sorprendido con la bata abierta lo observaba como se perdía en la oscuridad de aquella calle. Al menos ya sabía que no estaba solo ante los espontáneos antojos nocturnos de su pareja y que podía contar con ellos en cualquier ocasión. Apresurado, sube las escaleras hacia el dormitorio, donde su hambrienta esposa lo esperaba.

- Ten, mi amor, tu triple de jamón y queso.
- Gracias, gordo.

Mientras la hambrienta madre comienza a morder aquel sandwich, el marido retoma su lugar en el lecho e intenta retomar su interrumpido sueño. Las luces se apagan dentro de la habitación minutos después y la joven pareja se encuentra nuevamente en los brazos de Morfeo. Pero más tarde...

- Gordo…
- ¿Y ahora qué, mi vida?
- Creo que ya es hora…
- ¿Otro antojo más? Pero si acabas de comerte un triple…
- No, gordo. Ya es hora…
- ¡Santo Dios! ¡Tranquila! ¡Levántate con cuidado! ¡Buscaré el maletín! ¿Y las llaves del auto? ¿Dónde están?
- Tranquilo, gordo. Todo está sobre la mesa. Cálmate un poco, desde temprano ya presentía que hoy sería el día…

- Ay, mi vida. Nuestro primer hijo…
- O hija…
- Está a punto de nacer. ¡Vamos al hospital!

El esposo baja con cuidado a su esposa y ambos se suben al auto, intentando encender el auto y salir inmediatamente de allí. El auto, después de varios intentos, logra encenderse y el nervioso marido pone primera y arranca con rauda velocidad. En minutos, se encuentra en la autopista en dirección al hospital, excediéndose el límite de velocidad. Mientras manejaba, no podía evitar el sentirse preocupado por su esposa, quién yacía en el asiento trasero, lidiando con las contracciones que cada vez eran más continuas. De pronto, una sirena se comenzó a escuchar y por el espejo retrovisor, se podían divisar las luces titilantes de la circulina de una patrulla, que le pedía detenerse a un lado de la vía...

- ¡Lo que faltaba! ¿Cómo te sientes, mi vida?
- Las contracciones van aumentando, gordo…

El auto se detiene lentamente, mientras el oficial desciende de la patrulla, acercándose hasta la ventanilla del conductor y pidiéndole que baje el vidrio, pregunta:

- ¿Sabe a qué velocidad estaba yendo?
- Lo siento, oficial; es que mi esposa…
- Papeles, por favor.
- Tenga. Pero, cómo le decía, oficial, mi esposa…
- ¿Y su SOAT?
- ¡Mi esposa está a punto de tener un bebé! ¡Estamos yendo al hospital!
- ¡Hombre, pero hubiera avisado antes! ¡Los escoltaré! ¡Síganme!

La patrulla se coloca delante de ellos y los escolta hasta el hospital más cercano, sorteando todo tipo de semáforos y cruces en el camino, llegando en menos de 5 minutos al lugar. El carro frena intempestivamente y el marido baja raudo del auto raudo y veloz, dejando la puerta abierta. Atraviesa la puerta de emergencias y se acerca a la recepción, frenético:

- ¡Mi esposa está a punto de dar a luz! ¡Por favor, ayúdenla!
- ¿Y su esposa?

El marido nervioso, comenzó a mirar a ambos lados y no encontraba a su mujer. Su cabeza se comenzó a llenar de ideas locas; "quizás había sido secuestrada, quizás el policía, sabía que no se puede confiar en alguien uniformado", pensaba cuando de pronto oyó el claxon repetidas veces...

- ¡Gordo, ayudame a bajar!
- ¡Lo siento, mi vida! ¡Vamos!

Con las contracciones cada minuto, la adolorida esposa hizo su ingreso al hospital sosteniendo la mano de su marido hasta la puerta de la sala de operaciones, donde la enfermera en un tono amable le dijo que se tranquilizara, que ellos se encargaban desde aquí y que vaya a la sala de espera. El angustiado esposo no tuvo otra opción que ir allí y esperar hasta recibir noticias de su amada.

Era el único en la sala, a excepción de un enorme reloj que emitía un fuerte sonido con cada movimiento de las manecillas del reloj. No podía escuchar sus pensamientos por culpa de ese sonido y se la pasaba caminando de un lado a otro de aquella habitación. Esperó y esperó, pero aún no escuchaba noticia alguna sobre el estado de su esposa, sólo las manecillas del reloj que seguían avanzando.

Habían pasado ya dos horas con aquel incesante sonido en su cabeza, cuando de pronto una enfermera lo sorprendió, anunciándole que ya podía pasar a ver a su esposa y a su bebé. El esposo no podía salir de su asombro, finalmente había llegado el momento que tanto anhelaban y podía conocer al fruto de su amor.

Toca la puerta de la habitación y no puede creer lo que ve ante sus ojos: la inmaculada imagen de su esposa, agotada por la ardua labor de parto, sosteniendo en sus brazos a un robusto y somnoliento varón.

- Ven, gordo, y conoce a tu hijo…
- Mi vida, ¡qué feliz soy! ¡Nuestro primer bebé!
- Sí, gordo, nuestro primer bebé… ahora ya somos una verdadera familia. Oye gordo…
- ¿Dime, mi vida?
- ¿Aún tienes el número de esa sanguchería delivery?

Ambos ríen mientras el recién nacido bosteza, indicando que ha sido un día muy duro para él y mientras cierra sus ojos, un beso entre sus padres le pone fin a aquel frenético día y un comienzo a su vida en familia...

Dime más...

Related Posts with Thumbnails
 
Creative Commons License
Jardín de las Baladas by Jardín de las Baladas is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Compartir bajo la misma licencia 2.5 Perú License.
Based on a work at jardindelasbaladas.blogspot.com.